Quienes Somos
Los niños son la alegría de la humanidad. Se merecen todas las oportunidades posibles para tener éxito.
NUESTRA MISION
Con gran amor y con bases Cristianas nos encargamos de ayudar a cualquier niño y adolescente en necesidad. Nuestra meta diaria es ayudar a esos pequeños a crecer en un ambiente seguro y saludable ya que no sólo proveemos comida sino también ayuda médica y humanitaria inculcando en el corazón de cada niño valores morales y Cristianos en un ambiente familiar y lleno de amor.
Con amor y bases Cristianas
Somos una organización sin fines de lucro dedicada a ayudar a pequeños desamparados o huérfanos de Ecuador con el único propósito de brindarles una vida de igualdad, amor y alegría.
En la fundación Puro Corazón nos dedicamos a rescatar a éstos niños y adolescentes, darles una mano compasiva y sobretodo todo brindarles nuestro amor para que éste les sirva como bálsamo que cure las heridas que les ha causado el abandono y la soledad. Te invitamos a conocer y ser parte de nuestra maravillosa familia Puro Corazón. Recuerda que nuestra vida encuentra sentido en el servicio.
Los Adultos Mayores también son nuestra prioridad
La Fundación Puro Corazón también proveé ayuda a los adultos mayores, quienes en ocasiones son abandonados y sufren de negligencia por parte de familiares.
Queremos brindar a aquellos niños y adolescentes en necesidad las oportunidades para convertirse en personas de bien
Un poco de historia
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Nuestro fundador el Padre Norman Morán sintió un llamado muy especial a servir a los más olvidados y a veces discriminados por la sociedad: los niños y adolescentes desamparados o huérfanos. Ese deseo influenciado por el evangelio en el cual Cristo nos llama a amarnos los unos a los otros lo inspiró para iniciar una misión de servicio.
Nacido en Ecuador, uno de los países más pobres de América Latina, el padre Morán experimentó carencias económicas, trabajo infantil, la problemática de ser inmigrante y la falta de oportunidades. Sin embargo gracias a Dios, a su esfuerzo y dedicación y sobretodo gracias al amor y apoyo incondicional de su familia y de los misioneros de La Sociedad de San Jaime el concretó su sueño de convertirse en un sacerdote católico. Una vez ordenado se puso como meta recompensar la ayuda que le brindaron.
